CUATRO ESCRITORAS JUDEO-ARGENTINAS: ENTRE LA TRADICION Y LA ÉPOCA ACTUAL



PABLO A. FREINKEL

El propósito de este ensayo es convocar a cuatro escritoras argentinas de origen judío que publicaron una novela cada una entre los años 1999 y 2006. No se trata de realizar comparaciones o exhaustivos análisis literarios; la propuesta es hallar elementos característicos judíos que permitan señalar tendencias dentro de esta rama específica de la literatura. De acuerdo al año de publicación de la obra a considerar, las cuatro autoras son: Manuela Fingueret, Paula Margules, Alicia Steimberg y Silvia Plager.

HIJA DEL SILENCIO, Manuela Fingueret

En la novela “Hija del Silencio”, publicada en 1999, Manuela Fingueret describe la prisión de Rita, la protagonista, en un centro clandestino de detención durante la dictadura militar argentina de 1976-1983. Encapuchada, desde su celda inmunda, evoca, sin orden preciso, su niñez, adolescencia y juventud. Y a la vez, con unos pocos datos aportados por su madre, llamada Tínkele, en idish, entre medias palabras y largos silencios (aludidos en el título de la obra) más algunos objetos que Rita encuentra casi por azar, entre los que se cuenta una Estrella de David amarilla, reconstruye su vida en Minsk, el campo de Terezin y finalmente Auschwitz, durante la Segunda Guerra Mundial, además de iniciarla en el estudio del Holocausto (139-40). De modo que la Shoa adquiere un presente perturbador ya que Rita asimila su encierro al que debió soportar su madre, estableciéndose un paralelismo entre ambas situaciones extremas.
Pero no solamente Tínkele se revela como la figura central en la mitología personal de Rita; aparecen también sus abuelas Jasia y Rivka, asimismo víctimas de la Shoá, y de modo emblemático Eva Perón, integrada a la imagen luchadora de su abuela y madre (17), una mujer a la que no le dejaron concluir su destino (20) y que despierta su militancia revolucionaria. Su obsesión, entonces, al abrazar la causa, es convertirse en heroína, en vengadora de Tínkele (33).

BRUJULA AL SUR, Paula Margules

En junio de 2000, la editorial Emecé publicó la novela ganadora de su prestigioso certamen literario, titulada Brújula al Sur, de la escritora Paula Margules.
Con un trasfondo de violencia, corrupción y muerte, la novela registra la amistad entre tres hombres, dos que rondan los cuarenta años y el otro, mayor, a quien llaman el Viejo o el Abuelo. Uno de los más jóvenes es David Soifer que con el anciano, Víctor o Victorio, comparten su origen judío; en tanto, Walter Villegas, periodista de profesión, no lo es.
Brújula al Sur se inicia con la misteriosa muerte de Villegas, quien cae de un piso 13. Quienes lo conocían no dudan de que la muerte fue un homicidio, cometido por la persona para quien trabajaba escribiendo comentarios elogiosos sobre sus actividades públicas, que ocultaban la verdadera naturaleza de sus operaciones. Aparentemente, Villegas, de manera consciente o no, empezó a acercarse demasiado a los afanes de su patrón.
Entre los papeles que dejó, aparece un texto que es un rápido recorrido de la historia argentina. Este relato, o mejor dicho relación, abarca en la obra de Margules unas cincuenta páginas, y lleva por título: “Breve historia de un país contradictorio. Que sería divertida si no dieran tantas ganas de llorar”, y abarca desde el Virreinato del Río de la Plata hasta las elecciones presidenciales de 1999. No sólo se refiere a política o economía, sino que incluye una amplia gama de sucesos culturales, sociales y de la vida cotidiana, escrito en un tono despojado de solemnidad y con observaciones sumamente agudas por parte de la autora que revelan su pertenencia al judaísmo.

LA SELVA, Alicia Steimberg

En noviembre de 2000, Alicia Steimberg presentó la novela “La selva”, que narra la vida de Cecilia, una mujer que se acerca a los sesenta años, y que tras soportar momentos muy difíciles parece haber encontrado el amor y la seguridad en un hombre que conoce en forma casual en un spa brasileño, donde ha sido exiliada para recuperarse física y espiritualmente del terrible agobio que ha significado lidiar con un hijo adicto a las drogas.
Cecilia ha tenido una vida difícil. Un matrimonio malogrado le deja dos hijos, Francisco y Tomás, que viven en Europa. Una segunda chance para alcanzar la felicidad viene de la mano de Dardo, un ingeniero que es padre de Sebastián, estudiante aplicado de Medicina. De esa unión nace Federico. A pesar de las peleas y los entredichos, consiguen sobrellevar una convivencia y conformar una familia por más de veinte años, hasta la muerte de Dardo, víctima de cáncer.
Federico comienza a tener problemas de conducta desde niño, que se agravan con la enfermedad y posterior fallecimiento de su padre. Termina en el consumo de drogas y adquiere un temperamento violento orientado hacia Cecilia. Por consejo de los médicos, ella rompe definitivamente el vínculo y se aísla en el mencionado spa, donde deja transcurrir sus días, mecida por la paz que le brindan las pastillas bienhechoras, la calma del escenario y la relación con Steve, un biólogo norteamericano que también está en proceso de curación.
“La selva” no es una novela de temática judía propiamente dicha sino que cede ante la cruel realidad que no reconoce pertenencia étnica ni religiosa, como es el consumo de drogas.
Pero esto no significa que esté ausente. El recurso que emplea Alicia Steimberg es lo implícito, lo que está allí aunque no se dice expresamente. Es un elemento más que se une al paisaje. No predica el judaísmo ni le da una cualidad épica y aparece sin ser convocado, como una presencia que fluye natural y espontáneamente. Desde las actitudes propias de la “idishe mame” que adopta Cecilia para culparse de lo que le sucede a su hijo menor: “Busqué en el caos la infancia de Federico... dispuesta a encontrar el nudo que no supe desatar, y que seguramente encerraba el secreto del drama...” (157) o “¿Qué hice mal? ¿No lo quise lo suficiente?” (165), hasta cuando fantasea con su casamiento en una ceremonia ecuménica, ya que ni ella ni Steve son religiosos, con un sacerdote católico del ala tercermundista y un rabino muy progresista. “Steve es de familia irlandesa y católica. He vivido entre católicos y judíos” (155).

LA RABINA, Silvia Plager

La Rabina, novela de Silvia Plager, finalista del premio Planeta y publicada en 2006, narra el intenso viaje de Esther Fainberg, su protagonista, hacia la concreción de su deseo de convertirse en rabina. El tono de la obra y los obstáculos que debe sortear quedan plasmados en el segundo párrafo cuando su padre le dice: “Esther, sólo lograrás hacer daño a tu comunidad, a tu familia, a tu matrimonio. Y lo que es peor, arruinarás tu vida. Ninguno de los tuyos tuvo que ser rabino para saber quién era. Les bastaban sus muertos, sus costumbres, sus comidas...” (13).
Es entonces entre esta dicotomía que se desarrolla el texto. Pero no sólo la compulsa de Esther es con sus familiares y relaciones, también es con su propio ser. La duda es su compañía desde que recibió la “revelación”, como lo define, algo que se había iluminado dentro de ella (97) y reafirmado cuando conoció la trágica y significativa historia de Regina Jonas2, la primera mujer rabino de Alemania, mártir en Auschwitz (21).
A los veintiocho años, Esther se pregunta qué es ser judía (17). Y también es el interrogante que plantea Plager y que intenta responder a partir de un colorido mosaico de personajes, constituyéndose cada uno en un arquetipo.
“La rabina” aparece, entre las novelas que estamos tratando, como la de mayor compromiso con el judaísmo. Todos los personajes centrales son judíos así como los temas que aborda. El amplio espectro de discusión abarca posiciones ortodoxas, conservadoras, reformistas y construccionistas. La relación ante el judaísmo, desde el purismo intransigente (que pretende Esther), pasando por la observancia sólo en los días festivos (su familia , su esposo Robert) hasta un sentido ecléctico (Brenda, la amiga, que combina elementos judaicos con hinduistas, entre otros). La diáspora e Israel en la frustrada experiencia familiar y los que hicieron de Israel su hogar, los que lucharon en la guerra de la Independencia.

HACIA UNA TEORÍA GENERAL

He resumido hasta aquí las líneas argumentales de las novelas tratadas. A partir de este momento intentaré abordar algunos temas específicos conducentes a elaborar una teoría general que me lleve al propósito enunciado al principio, esto es marcar una tendencia en lo que se refiere a la obra literaria de autores judeo-argentinos de comienzos de siglo XXI.
Como se puede apreciar en todas las expresiones, los judíos aparecen como habitantes de grandes ciudades, son judíos urbanos. Excepto “La rabina”, cuyo eje central se ubica en Nueva York, admirablemente retratada al punto que puede considerarse un personaje más, además de Jerusalem y Tel Aviv, y una lejana Buenos Aires, velada entre los recuerdos de niñez y primera adolescencia, es esta capital la que será testigo de los avatares de los personajes de las otras novelas. Pero no hablo de una mera localización geográfica, sino de barrios, sitios, calles específicas en donde se desarrollan las historias narradas3.
Si estamos entre judíos no podemos dejar de hablar de las comidas, las actuales y las que llegan a través de la memoria. Leemos en “Hija del silencio”, “noches cargadas de pan ázimo y licores. Noches con sabores de la abuela Jasia” (134), “Olor a papa y arenque” (184), Tínkele siempre recuerda los leikaj4 que hacía su madre (209). Margules, en “Brújula al sur”, señala la costumbre del Abuelo de pasar las tardes en el McDonald´s del Abasto leyendo el diario mientras toma té en vaso de vidrio y come strudel5, un privilegio que consiguió en la era de los descartables (62).
A pesar de ser una novela con tan escasas referencias judías, “La selva” aborda el tema de las comidas como puntal en su identificación. Lo vemos cuando Cecilia prepara una cena para agasajar a Steve. “De postre, los blintzes de Pentecostés6, que es la única comida judía que sé hacer. Son panqueques rellenos de requesón endulzado y pasas de uva, cubiertos de azúcar impalpable y canela. Bah, qué sé yo si así eran los auténticos blintzes...” (60), o el hígado de ternera finamente picado para luego agregarle cebolla picada, sal y aceite, la receta preferida de Dardo que le preparaba Berta, su madre (64).
Por su parte, en “La rabina” se menciona un amplio conjunto de comidas tradicionales tales como las sopas, las carnes, el guefilte fish7, el hígado con cebollitas, los kreplaj8, los pastrones9, las aves... (89) y los buñuelos de espinaca, latkes verdes, receta que inventó la madre de Esther para que los chicos comieran verduras (30); pepinos agridulces, ensalada de repollo, rábano picante, pan de centeno... En la fiesta de ordenación rabínica de Esther (345).
Otro tema es el idish, que se constituye en un refugio común, un territorio de encuentro.
En “Hija del silencio”, este idioma adquiere ribetes dramáticos. Rita, prisionera, lo emplea como un puente de unión con su madre: “Me sentaba a su lado en silencio y ella tarareaba cierta canción aprendida de su madre” (19), y una letanía que Tínkele repetía ante lo imprevisto: Got alein vest! (Sólo Dios sabe!), en su boca se convierte en un grito personal de rebeldía (21 y 69). David Soifer, de “Brújula al sur”, utiliza lo poco que sabe en dichos y frases que redondean grandes sentencias (69), mientras que para los mayores es memoria de tiempos idos. Cecilia desconoce el idish por completo10. Mientras que para Esther Fainberg es un conflicto que la lleva a desestimarlo en beneficio del hebreo: horas antes de rendir su examen final, se deja consolar por Saúl, segundo esposo de su abuela, que le canta una canción que habla de un caldero en el que arde un fueguito y de un rabino que enseña Torá a los niños. Ella, embarazada, al quedarse sola, le canturrea en hebreo al hijo por venir (343).
Ya hemos visto la importancia central que adquiere el Holocausto en “Hija del silencio”. Se halla ausente en “La selva”, aunque Alicia Steimberg trató el tema en otras de sus novelas11 . Margules junto a esta cuestión introduce también la inmigración al referir que “El Viejo nació en Galitzia, llegó a la Argentina sin idioma, sin dinero, sin documentos, sin trabajo, sin casa”, pero con esposa y dos hermanos de ella (19). “El nazismo le llevó a su familia, a todos” (20). La presencia del Holocausto en la novela de Plager es fuerte. Allí, León, el padre de Esther pierde a su familia, que incluye a hermano, su esposa y pequeña hija. El recuerdo es constante y condiciona sus sentimientos hasta en la aspiración de que su primer nieto varón lleve los nombres de su hermano (88). La contraparte es Saúl, quien, como sobreviviente, prefiere dejar atrás esa negra noche y dedicarse a vivir, disfrutando de todo y tomando con humor las cosas como vienen.
En cuanto a la relación con Israel, solamente Manuela Fingueret y Silvia Plager colocan en plano destacado la posición de sus personajes con respecto al Estado judío; Paula Margules, solamente hace una referencia secundaria. Y, curiosamente, en los dos primeros casos es el padre de las protagonistas el que se muestra proclive a la emigración hacia ese país, en tanto las respectivas madres son reacias a dar ese gran paso. El padre de Rita era el relator minucioso de historias, desde la Biblia hasta las familiares, y quien sostenía su vínculo con el pasado del pueblo (14) . Sus temas favoritos eran el destino de Israel, su sobrevivencia, el idish, los escritores legendarios (16). Fue él quien le pasó el fervor sionista y su pasión por Israel (16), aunque su militancia la empuja hoy a rechazarlo, es incapaz de desterrarlo del todo de sus afectos (169). La obsesión de la madre, por el contrario, era rogarle que no se le ocurriera hacer “aliá” 12(169).
León Fainberg, padre de Esther, vivía en la tranquilidad que le podía deparar el idish, hasta que una sobrina se casó con un no judío. Entonces, temeroso de que esa situación se repitiera con sus hijas, decide irse a Israel. Su esposa Sara no quiere dejar su casa, sus padres, su negocio y su pertenencia a Hebraica, pero es alentada por su progenitor bajo la promesa de que detrás de ellos, se irían todos. Eso no se cumple (50). Y cuando llegan a Israel, la desazón es mayúscula ya que no encuentran la Israel bíblica ni la que mostraban las películas de la Agencia Judía (57). Luego de intentar un negocio fallido en Tel Aviv, el hermano salvador los lleva a Nueva York, donde finalmente se establecen.
Un elemento que caracteriza a todos los personajes de las obras estudiadas es el sólido atributo intelectual con que cuentan. Rita reconoce que de su madre heredó el amor por las artes (141), sin embargo es su padre quien la guía a través de los caminos de la cultura. Siente desdén por la ignorancia ajena, al igual que éste, quien consideraba a los incultos como parias involuntarios; para él eran shmoks, es decir, imbéciles y que “viven porque el aire es gratis” (26). Prefiere a Mozart o el violín de Jeifetz a los folkloristas o tangueros (10). Adicta a la lectura, con los libros armó un espacio de convivencia (15),que incluye bastante de poesía, algo de novela (16); inclusive escribió algunos poemas y daba charlas y talleres sobre literatura.
David Soifer es profesor de historia, escritor, publicó dos o tres libros de poesía y algunos artículos en periódicos y revistas de vida efímera. Goza de cierto prestigio académico y posee una importante biblioteca.
Cecilia es profesora de inglés y autora de novelas. Ha publicado varios libros que le han dado un bien ganado renombre, incluso ha participado en congresos fuera del país. Tiene gran cantidad de volúmenes, a pesar de ir dejándolos en el camino en sucesivas mudanzas escapando de su hijo, a pesar de eso en su último domicilio optó por bibliotecas pequeñas, separadas unas de otras, para que no resultaran abrumadoras (191).
Finalmente, Esther Fainberg demuestra ser una lectora muy dedicada ya que memoriza frases completas de la más diversas especies, tanto judías como no judías, religiosas y laicas (Lawrence Durrell, Mark Twain, Shalom Asch, William Blake). Ama los libros y le encanta el ámbito de las bibliotecas.
Saúl Sosnowski consigue una muy lograda imagen cuando define a los judíos como “índice de la resistencia”13 , mediante la cual los presenta como registro de lo diferente, cuestionador de la realidad, agresivo contra las verdades aceptadas como definitivas. El judío debe ser visto como la clave para comprender la turbulencia de ciertas historias y de todo tiempo. Y a partir de allí, interesar también al no-judío por su dosis de marginalidad frente a los ejes que adopta para definir su cultura y por la lectura renovada que hace de su propio pasado.
Rita se cuestiona a sí misma y se acusa de ser ambigua, de no poder definirse; en una palabra: dudar, y por eso no ser una militante cabal (62). Pero a la vez se rebela ante los lineamientos cerrados que imponen los principios con que se manejan sus compañeros revolucionarios (173). Defiende una manera personal de vivir la militancia y el peronismo, despreciando las certezas. Rita no desdeña aquello que le gusta, aunque a sus camaradas esos gustos le parezcan burgueses y, en consecuencia, reprobables. A pesar de todo, la consideran una “judía potable” porque jamás negó tal condición (189).
A través de su novela, Paula Margules ofrece una fuerte y descarnada visión de un país que aún no ha concluido de conformarse. El texto titulado “Breve historia de un país contradictorio. Que sería divertida si no dieran tantas ganas de llorar”, que forma parte del volumen, se traduce en una crítica intensa, en donde no están ausentes la ironía ni el humor o la más cruda reflexión, y que sin duda pasa a ser un exponente singular de la resistencia que habla Sosnowski. El material con que trabaja la autora es la memoria, el olvido, los recuerdos, elementos esenciales para construir una identidad.
Por el contrario, en “La selva”, Alicia Steimberg hace de Cecilia un personaje que lucha contra un destino personal aciago. La infancia desdichada, el amor truncado, el hijo perdido a causa de las drogas, la insatisfacción que traduce en esta descripción de sí misma: “Yo he estado contando mi historia durante no menos de cuarenta años. Mis libros son como esos libros para turistas que muestran ruinas de épocas pasadas, con otra página transparente sobre ellas, cuyos dibujos completan las casas y los templos para mostrar cómo fueron realmente” (180). Y que de pronto tiene una nueva oportunidad y la acepta a pesar de sus temores, sabiendo que puede llevarla a una nueva decepción. Porque lo que importa es la vida, por siempre.
Por otra parte, las batallas que Silvia Plager hace librar a Esther Fainberg, en “La rabina” son producto del descontento que le provoca su propio judaísmo y el de los demás. Harta del ritualismo y las apariencias, Esther se siente en la necesidad de bucear en sus propias raíces, capitalizar sus experiencias y poner al descubierto la falsedad de ciertas verdades y certezas. Para ello, el mejor antídoto es la duda, punto esencial en la construcción del edificio judaico, aunque esta actitud la enfrente con quienes se oponen a esta nueva mirada.

CONCLUSIONES

A partir de las consideraciones precedentes, ¿es posible delinear el perfil de un personaje judío en la narrativa judeo-argentina del siglo XXI? Sin tratar de poner las ideas en un lecho de Procusto, encuentro ciertos elementos que me permitirían ensayar algunos rasgos distintivos. La ciudad es su ambiente geográfico excluyente; es culto, generalmente universitario, orientado hacia las carreras humanistas, no científicas; amante de los libros y la cultura en general. Israel adquiere connotaciones diferentes de las que representaba para la generación anterior y el Holocausto es un nuevo gen incorporado a su mapa genético, aunque no siempre se manifiesta. El idish, sin entrar en su ámbito específico, es uno de los puntos que lo unen con el pasado, igual que las comidas u objetos que permanecen en las familias como reliquias, esto es el nexo que lo comunica con sus raíces y a través de ellas explora su identidad, en la cual la memoria y el olvido juegan un papel decisivo. Su pasado y presente en permanente revisión lo lleva a trasponer umbrales y colocar en entredicho el mundo que lo rodea. Cuestiona todo, tiene más dudas que certezas, circunstancia que para él (ella) es un punto en su haber antes que un defecto. Se reconoce a sí mismo como miembro integrante del universo multicolor y atractivo que es su paisaje habitual, ha dejado atrás el gueto y las limitaciones que imponía, con lo cual su búsqueda no tiene límites.
Hasta aquí este ensayo de ensayo que pretendió lanzar algunas líneas cuyo desarrollo permitirán conocer más con profundidad el difícil arte de ser un escritor judío en estas latitudes y en esta era en particular.

BIBLIOGRAFÍA ESPECIAL

Manuela Fingueret.. Hija del Silencio. Planeta, Buenos Aires,1999.
Paula Margules. Brújula al sur. Emecé Editores. Buenos Aires, 2000.
Alicia Steimberg. La selva. Alfaguara. Buenos Aires, 2000.
Silvia Plager. La rabina. Planeta. Buenos Aires, 2006.

BIBLIOGRAFIA GENERAL

Aizemberg, Edna. Books and Bombs in Buenos Aires. Borges, Gerchunof and Argentine Jewish Writing. Brandeis University Press, New England (USA), 2002.
Birmajer, Marcelo. Escritores judíos después de la dictadura militar. Recreando la cultura judeo-argentina. Editorial Milá. Buenos Ai¬res, 2002, pgs. 73-78.
Birmajer, Marcelo. Tres mosqueteros. Debate. Madrid, 2001.
Feierstein, Ricardo. Las generaciones literarias judeoargentinas. Recreando la cultura judeo-argentina. Editorial Milá. Buenos Ai¬res, 2002, pgs. 32-52.
Freinkel, Pablo A. Escritores judeo-argentinos. Una literatura desde la provocación. Recreando la cultura judeo-argentina., Buenos Ai¬res, 2002, pgs. 236-41.
Freinkel, Pablo A. Ser personaje judío en la narrativa argentina del siglo XXI, en “El tiempo y las palabras: Literatura y Cultura Judía Latinoamericana Contemporánea”. Stephen Sadow, editor. Hostos Review/ Revista Hostosiana. Instituto de Escritores Latinoamericanos, división de la Oficina de Asuntos Académicos de Hostos Community College de CUNY. New York, octubre, 2006.
Meter, Alejandro. El rol de la ficción en la narrativa después de la dictadura. Recreando la cultura judeoargentina/2. Literatura y Artes Plásticas. Editorial Milá, Buenos Aires, 2004. Tomo 1, pgs. 164-76.
Senkman, Leonardo. La identidad judía en la literatura argentina. Pardés, Buenos Aires, 1988.
Sosnowski, Saúl. La orilla inminente. Escritores judíos argentinos, Edito¬rial Legasa, Buenos Ai¬res, 1987.
Steimberg, Alicia. Cuando digo Magdalena. Planeta. Buenos Aires, 1992.
Onega, Gladys S. La inmigración en la literatura argentina. Galerna, Buenos Aires, 1969.
Viñas, David. Literarura argentina y política: de Lugones a Walsh. Sudamericana, Buenos Aires, 1990.
Wang, Diana. El silencio de los aparecidos. Acervo Cultural. Buenos Aires, 1998.

REFERENCIAS

1 Terezin, campo de concentración alemán ubicado en Checoslovaquia, que tuvo la particularidad de permitir el desarrollo de distintas expresiones artísticas (música, pintura, literatura, teatro), realizadas por los prisioneros. Aunque los traslados hacia la muerte eran cotidianos y las condiciones de vida pésimas, hubo cierta buena predisposición por parte de las autoridades. Finalmente, cuando el avance de las tropas soviéticas era inminente, fue desalojado y los judíos llevados a Auschwitz, donde unos pocos sobrevivieron.
 Los números entre paréntesis remiten a los libros referidos en la Bibliografía Especial.

2 Nacida en Berlín en 1902, fue maestra de hebreo y luego se graduó de profesora de religión. Pero le negaron la ordenación al rabinato hasta que lo consiguió por medio de un rabino liberal. Luego fue convocada por algunas instituciones sociales judías. Por la persecución nazi muchos rabinos se exiliaron, y así ella logró predicar en una pequeña sinagoga. Fue obligada a trabajar en una fábrica y poco después la deportaron. En Theresienstadt trabajó junto a Víctor Frankl y enviada a Auschwitz, fue asesinada el 12-12-44. (61-3.)

3 Verbigracia: judíos en inquilinatos o conventillos de Parque Centenario, librerías de Corrientes entre Talcahuano y Callao, Academia Pitman de Av. San Martín y Donato Álvarez, en “Hija del silencio”; confitería de Warnes y Ángel Gallardo, Medrano y Corrientes, el Monumento por las Víctimas del atentado a la AMIA, nuevo elemento en el paisaje urbano, “Brújula al sur”; la calle Corrientes, centro de los cines y las librerías, Recoleta, Palermo, San Telmo, la Boca, en “La selva”.

4 Torta, especie de bizcochuelo.

5 Postre hecho con manzanas o membrillos.

6 Shavuot, en hebreo. Recuerda la entrega de Los Diez Mandamientos al pueblo judío al pie del Monte Sinaí, luego de su salida de Egipto bajo el mando de Moisés. Literalmente significa siete semanas, que es el lapso que demoraron en cubrir esa distancia. Se acostumbra consumir alimentos lácteos.

7 Albóndigas de pescado.

8 Pasta rellena.

9 Fiambre de carne del pecho del animal, de acuerdo al ritual casher.

10 En una de las paredes de su estudio o lugar de trabajo pende “Un gran póster con vidrio y marco... Representa a un viejo relojero ante su mesa de trabajo. El hombre ha abandonado sus viejos instrumentos y los relojes desarmados para leer el diario. No sé qué dicen los grandes titulares en idish ...”

11 Cfr. Cuando digo Magdalena.

12 Emigrar a Israel.

13 Saúl Sosnowski, La orilla inminente. Escritores judíos argentinos, Edito­rial Legasa, Buenos Ai­res, 1987.

PABLO A. FREINKEL

Nacido en Bahía Blanca (Argentina) en 1957. Licenciado en Bioquímica. Periodista y escritor. Publicó Diccionario Biográfico Bahiense (1994), Metafísica y Holocausto (ensayo, 2000), El día que Sigmund Freud asesinó a Moisés (novela, 2009), Los destinos sagrados (novela, 2010). Varios de sus artículos han aparecido en revistas de Buenos Aires, Nueva York y Jerusalem; así como en periódicos on-line. Traductor voluntario inglés-español de la Fundación Internacional Raoul Wallenberg. Desde 1995, co-conductor del programa radial Kol Hashalom (La voz de la paz) de su ciudad natal. Corresponsal en Argentina de Radio Sefarad (España).